El último largo de los madrileños Humbert Humbert se ventila en poco más de media hora doce canciones que mezclan sin prejuicios rock, punk y electrónica en canciones cortas pero muy efectivas. Sin duda, con este disco, Humbert Humbert se consolidan como una de las propuestas más interesantes y a tener en cuenta de la escena ‘underground’.
Producido de nuevo por (WA)TT, con Dani Fletcher (Ginferno) al frente, la combinación de grupo y productores se confirma como una apuesta ganadora a la hora de meterse en el estudio. “Snake Park” puede parecer menos acelerado que “Short Panic”, pero tiene temas tan interesantes como el que da título al disco, “Snake Park”, a medio camino entre la banda sonora de una película de serie B y del rock más oscuro y ochentero. Aunque se trata de un tema instrumental, es también uno de los más interesantes del disco.
El álbum se abre con “David and Goliath”, que es también el single de presentación y que es Humbert Humbert en estado puro, sin aditivos ni colorantes: melodías nerviosas, guitarras contundentes y la inconfundible voz de Paco Alcázar. Antes de que te quieras dar cuenta, “David and Goliath” ha terminado y estás inmerso en la acelerada “Job for fun”, una canción que en directo puede ser uno de los platos fuertes. Igual de aceleradas son “Memory Man” (con un punto un pelín más macarra y gamberro que las anteriores) y “Dolphin Days”.
“Tic Tac” es una de las sorpresas del disco: oscura, ochentera, jugando con la repetición... Un medio tiempo que es puro new wave y que hará las delicias de cualquier fan de The Cure, Bauhaus o Joy Division. Una sorpresa, pero uno de los temas más interesantes del disco.
“Fathers” se abre con un riff que recuerda al Nick Zinner menos domesticado (el de “Art Star” o “Y control”) y termina por convertirse en una explosión de electro-rock gamberro. En esa misma línea se mueven “Seven Dogs” o “Gigante”.
“Spanish Tapes” y “Love is always a favor” vuelven a jugar al despiste con unos sintes y unas guitarras que recuerdan más a la new wave que al punk o a lo que ahora nos quieren vender como “re-movida” madrileña (si es que tal invento alguna vez llegó a existir). Sería muy fácil adjudicar ese toque a la incorporación de Andrés Arregui con el saxo, pero se trata de una colaboración tan bien integrada que, salvo en temas como “Gigante” apenas se nota ni quita protagonismo al dúo: simplemente da más fuerza a algunos temas, pero sin robarles su personalidad.
El disco se cierra con un pegadizo e instrumental “Lost panther” pero que, pese a ello, no pierde pegada. Pero sin duda, lo mejor tiene este disco, es que ha logrado concentrar en un CD toda la energía que el dúo gasta en directo. Y mucho es.